Si cerramos los ojos e intentamos imaginar cómo será la agricultura del futuro, es probable que para muchos de nosotros todas las tecnologías que ahora se engloban bajo el término «agricultura de precisión» surjan como un escenario potencial. Herramientas como las imágenes por satélite, los modelos de previsión y la visión por ordenador serán de uso cotidiano para los agricultores.
Pero ¿será la agricultura de siempre (aunque sea hipertecnológica) o se producirá un verdadero cambio de paradigma gracias al cual la relación entre agricultura y medio ambiente evolucionará radicalmente?
La verdad es que no sabemos exactamente cómo responder a esta pregunta. Lo que sí podemos afirmar es que, hoy en día, la agricultura de precisión se ha comprometido a abordar importantes cuestiones medioambientales: plataformas como Agricolus llevan este reto en su ADN.
Un nuevo enfoque
Esta evolución requiere un cambio de enfoque en todos los niveles del ciclo de producción: hay que fomentar la formación de los agricultores y proteger la concienciación de los consumidores.
En cuanto al primer punto, Agricolus está a la vanguardia con su Academia en la organización de cursos sobre agricultura de precisión. En cuanto al aspecto del consumidor, hemos desarrollado AgriPlug, un dispositivo de trazabilidad completa del producto desde la semilla hasta la entrega, que permite obtener toda la información sobre maquinarias, personal, procesos, operaciones de cultivo, emisiones de CO2 y tiempo empleado.
Cabe recordar que la agricultura de precisión nació en sinergia con conceptos específicos de la agroecología como la racionalización de los insumos en el medio ambiente.
Tecnologías como los modelos de pronóstico, la teledetección por satélite y los mapas de tasa variable, cuando se utilizan con prudencia, permiten un uso inteligente del agua, la fertilización y los tratamientos fitosanitarios.
Las herramientas digitales también son capaces de registrar y recopilar una gran cantidad de datos, tanto directa como indirectamente. Estos datos pueden utilizarse después para evaluar la sostenibilidad de la explotación desde una perspectiva social, económica y medioambiental.
Este tipo de evaluación comparativa, en la que trabaja Agricolus, puede hacerse campo por campo, cultivo por cultivo o año por año para comprender los problemas particulares y el progreso de la transición ecológica de la propia empresa.